miércoles, 17 de diciembre de 2014

Consejos y recursos para conseguir que tus hijos mejoren su capacidad de atención


La falta de atención o la distracción se encuentran entre los principales motivos por los que los estudiantes se pierden durante el desarrollo de las clases, olvidan qué tareas deben hacer al llegar a casa o no logran solucionar ese problema de matemáticas que se les resiste. La atención y la capacidad de concentración influyen de forma determinante en la comprensión y asimilación de los contenidos y también en los resultados académicos, por lo que es fundamental que aprendas a desarrollarlas en tus hijos. Te damos algunas claves para conseguirlo.

¿A QUÉ SE DEBE LA TENDENCIA A DISTRACCIÓN?
El aburrimiento, un entorno inadecuado o la simple inmadurez pueden ser factores que generen distracción en el niño. Es importante observar cada situación y cada individuo para determinar qué está causando la falta de atención. Conviene, por ejemplo, indagar si el niño tiene algún problema emocional o social que le impida estar tranquilo en casa o en el aula. También es bueno buscar estrategias que le motiven y le ayuden a centrar su atención.
En casos en los que la incapacidad para concentrarse o la falta de motivación sean persistentes y llamativas se recomienda acudir a un profesional para descartar la existencia de un Trastorno por Déficit de Atención (TDA, o TDA-H cuando va asociado a hiperactividad).

CINCO ESTRATEGIAS PARA MEJORAR LA ATENCIÓN DE TU HIJO
Los propios padres pueden influir significativamente en la capacidad de atención de sus hijos. Si fomentas ciertas conductas en casa mejorarás su concentración en todos los ámbitos, incluido el escolar.

1.Descubre dónde está el problema. La falta de atención no siempre afecta a todos los ámbitos del niño, sino que en ocasiones se centra en uno de ellos: una asignatura o un tema en concreto, una actividad que no le gusta, ciertas actitudes… Empieza por observarle y, si es necesario, preguntarle el motivo de su falta de interés. Así podrás actuar de manera más ajustada.

2. Sé preciso. En ocasiones los niños no nos atienden porque les ofrecemos demasiada información o no somos suficientemente claros. Es importante que escojas las palabras adecuadas, des siempre a tu hijo datos sencillos y comprensibles y le pidas que pregunte aquello que no entienda o le animes a que te solicite más información. Fomenta también un entorno de trabajo sin distracciones, por ejemplo en el momento de hacer los deberes o estudiar.

3. Apuesta por la organización y la rutina. Establecer unos horarios y normas ayuda al niño a tener claro lo que debe hacer en cada momento. Puedes comenzar imponiéndolas tú, pero tendrás que ir enseñándole a que sea tu propio hijo quien las establezca para sí mismo: cuándo tiene que hacer los deberes, cuándo es tiempo de juego, cuándo hay que estudiar, leer, juntarse en la mesa para cenar en familia e irse a dormir… Una vida ordenada y saludable ayuda a que nos centremos.

4. Promueve la actividad. Es importante que animes a tu hijo a afrontar las tareas de manera activa. Es mucho más sencillo que se concentre en estudiar si hace resúmenes o esquemas que si se limita a leer la teoría. Incluso en el ocio y el tiempo libre es mejor que opte por llevar a cabo una actividad que le requiera cierta atención (ya sea hacer un rompecabezas, jugar a un juego de mesa o participar en un deporte de equipo) en vez de elegir entretenimientos pasivos como ver la televisión, que exige un esfuerzo mínimo.

5. Comprende sus límites. No le fuerces demasiado, porque niños y adultos tenemos una capacidad limitada de atender y concentrarnos. Descansar también es positivo, sólo tienes que enseñarle a distinguir entre hacer una pausa y procrastinar, ese nuevo verbo tan de moda que afecta también a los mayores y que nos mueve a aplazar las obligaciones. Hazle comprender que si se centra en cada tarea a su debido momento, tendrá tiempo para todo. 


viernes, 12 de diciembre de 2014

CÓMO ENSEÑAR A LOS NIÑOS/AS A AFRONTAR LOS FRACASOS Y LA FRUSTRACIÓN


Los fracasos y las frustraciones son algo normal en la vida de las personas. Es fundamental que durante su desarrollo los niños aprendan a superar estos aspectos de manera constructiva. Como educadores (tanto padres como profesores) debemos enseñar a los niños y niñas a enfrentarse a aquellas situaciones en las que se han equivocado y a aquellas en las que no se consigue lo que uno quiere.
A veces, tratamos de evitarles el dolor y las frustraciones, pretendemos hacerles felices dándoles lo que desean, evitándoles las cosas malas, pero estamos equivocados. “Una persona feliz no es aquella que no se equivoca nunca o aquella que siempre consigue todo lo que quiere”. Todas las personas cometen errores y a todas las personas les cuesta conseguir lo que quieren. Es parte de la condición humana. “Una persona feliz es aquella que sabe afrontar sus errores, aprende de ellos y sabe superar la frustración de forma constructiva”

Si evitamos a nuestros niños y niñas las frustraciones, llegará un día irremediablemente en el que tendrán que enfrentarse a ésto y no podrán hacerlo porque no tendrán los recursos emocionales para ello.

Debemos ver la frustración y los errores como parte de la vida, y por lo tanto, es nuestra responsabilidad hacer que los más pequeños estén preparados para ello. Enseñarles a aprender de sus errores, a afrontar los fracasos y superar la frustración, a conseguir sus metas y a esforzarse para ello.

ALGUNAS PAUTAS QUE NOS AYUDARÁN A ELLO SON:

  -Cambia la manera de ver los fracasos. Haz que no vean los fracasos como algo negativo, no consiste en el todo o nada, sino en aprender de lo que hemos hecho y cómo lo hemos hecho. Cuando algo les salga mal debemos hacer que no lo vean como algo negativo, con cosas que pasan, y que lo importante es darse cuenta de dónde nos hemos equivocado para que no vuelva a ocurrir.
Un ejemplo sería: Lucía está aprendiendo a escribir y se equivoca cuando tiene que escribir la sílaba /pel/, en lugar de eso pone /ple/. Se pone a llorar y comienza a decir “no sé hacerlo”, “no puedo”. En lugar de alterarnos, debemos decirle frases de apoyo” no pasa nada, estás aprendiendo y todos nos equivocamos cuando aprendemos”, “vamos a ver en que te has equivocado, ya verás como si o piensas te das cuenta”, “la próxima vez ya no te equivocarás”, etc. Convierte así la frustración en aprendizaje. Que el niño lo conciba como una oportunidad para aprender y ser creativo.

  -Haz que haga las cosas por sí mismo. No le des todo hecho, haz que piense, aunque al principio no sepa hacer ciertas cosas. Déjale que lo haga él sólo, que piense, que lo intente y que tenga la oportunidad de equivocarse y de enfrentarse al fracaso. De esta forma se aprende que podemos equivocarnos, pero que si nos equivocarnos podemos también solucionarlo. Con esto también fomentamos su iniciativa personal, su autonomía y evitamos que tenga miedo a hacer las cosas por sí mismo. Natalia está jugando con sus hermanos mayores a un juego y no quiere jugar sola, quiere que alguien vaya con ella, porque dice que no sabe. Debemos animarla a que juegue sola, podemos ayudarla dándole pautas, haciendo de guía pero dejándola sola. “Evita la sobreprotección y el exceso de permisividad”

   -Enséñale que en toda situación de fracaso puede haber algo positivo. Esto puede parecer complicado , pero es fundamental. Ante todo fracaso hay siempre algo positivo que es la capacidad de aprender de ello, la posibilidad de crecer como persona . También Marcos está haciendo sus deberes y se ha equivocado. Hizo sus ejercicios con bolígrafo y no puede borrarlo, por ello, tiene que arrancar la hoja y repetirla entera. Con rabia tira el cuaderno al suelo y dice que tiene que volver a repetirlo que le salen las cosas mal y que está harto. Con paciencia le diremos que no se preocupe, que a todos nos ha pasado alguna vez, que lo bueno es que podrá hacer todo en limpio y le quedará mucho mejor presentado ( eso es algo positivo), “luego te sentirás orgullosos de tu trabajo” cuando lo repita debemos decírselo “mira que bien ha quedado ahora”, “esto está fenomenal, Marcos”.

   -No fuerces la rabia como respuesta a la frustración. Cuando el niño o niña siente frustración suele responder con rabia. Si cedemos a sus rabietas, le enseñamos que es una forma fácil de superar esa situación y conseguir lo que quiere Alberto. Quiere un juguete nuevo que ha visto en la tienda, lo pide a sus papás y éstos le dicen que no pueden comprárselo que espere a su cumpleaños y se lo regalarán. Alberto responde con una rabieta, se pone a llorar y a patalear. No debes comprarle el juguete. Es un error pensar que el niño para que sea feliz necesita todo lo que quiere. Debemos no hacer caso a su rabieta.

   -Haz de ejemplo para los niños y niñas. Los más pequeños aprenden e imitan lo que ven. Somos un modelo de conducta para ellos, nuestro modo de actuar es el que les guía para enfrentarse a situaciones de la vida. Ante situaciones que puedan provocar frustración o fracasos, debemos mantener una actitud positiva y  esforzarnos por superar las dificultades.

    -Educa en el esfuerzo  pero marcando objetivos razonables. Los niños y niñas han de aprender que para conseguir ciertas cosas es necesario esforzarse. De esta manera verán que el esfuerzo es una manera de solucionar sus fracasos. Es bueno hacer que el niño o niña se esfuerce, pero su nivel de exigencia a de ser razonable, si le ponemos un nivel demasiado alto no lo conseguirá y conseguiremos lo contrario, pensará que esforzarse no sirve para nada.
Mario  está aprendiendo a nadar, el primer día que intenta hacerlo sin flotador se asusta y ya no quiere volver a intentarlo. Debemos animarle, decirle que poco a poco lo conseguirá y marcarle metas. En primer lugar, podemos ponernos cerca de él a una distancia corta y animarle a que nade esa distancia, poco a poco iremos aumentando la distancia. Si pretendemos que en el primer intento haga una distancia larga no lo conseguirá y pensará que su esfuerzo no sirve para nada. Con esto le enseñamos también a ser perseverante. 
El esfuerzo es importante, pero hay que esforzarse poco a poco y no abandonar ante el primer fracaso o dificultad.

   -Razona con él sobre sus errores y fracasos. Que entienda lo que ha pasado, que ha salido mal. Si lo entiende se sentirá tranquilo y ganará confianza porque sabrá lo que tiene que hacer la próxima vez.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

DIEZ CLAVES PARA FOMENTAR EL DIÁLOGO EN FAMILIA

El diálogo es fundamental a la hora de estrechar lazos y mantener una relación de confianza y cariño con tus hijos. Les hace sentirse seguros y valorados, y es el vehículo esencial para la comunicación y la transmisión de valores. Sin embargo, a menudo la falta de tiempo, el cansancio o las preocupaciones cotidianas hacen que no aprovechemos las oportunidades que nos brindan para conocer mejor a los niños y compartir sus miedos y experiencias. 

Te damos diez claves para lograr una comunicación fluida con tus hijos.

DIEZ CLAVES PARA COMUNICARTE CON TUS HIJOS

1.Encuentra el momento y el lugar. A menudo preguntamos a nuestros hijos qué tal les ha ido en el cole nada más entrar por la puerta, o distraídos mientras hacemos otras cosas. Puede dar la impresión de que no nos interesa demasiado la respuesta. Es mejor elegir otro momento para dedicarles el tiempo adecuado. Por ejemplo, durante la merienda.
-     Este artículo propone 25 maneras de preguntar a tu hijo cómo le ha ido el día en el cole

     2.Muestra interés y atención por lo que dicen tus hijos. A veces la mejor manera de fomentar el diálogo no es hablar, sino saber escuchar. Al sentirse valorados y comprendidos, los niños ganan autoestima y seguridad en sí mismos. Este aumento de confianza hace que tengan más ganas de compartir sus ideas y experiencias diarias.

3.Ten paciencia y sé tolerante. A veces el diálogo no resulta fácil. Sobre todo durante la adolescencia, cuando tus hijos experimentan una serie de cambios físicos, psicológicos y conductuales que les hacen sentirse inseguros. Muestra respeto por sus gustos, y sus problemas, e intenta entenderlos.
-     En este artículo  Fernando Alberca, miembro del Consejo Asesor de aulaPlaneta y autor del libro Adolescentes: manual de instrucciones, te da las claves para entender a tus hijos adolescentes.

4.Resuelve los conflictos pacíficamente. No caigas en la tentación de alzar la voz o cerrar la puerta al diálogo. Si lo haces te será más difícil restablecer la comunicación.

5.Crea un ambiente positivo, de confianza y tranquilidad. De este modo resultará más sencillo que tus hijos se abran y te expliquen sus experiencias y preocupaciones cotidianas.

6.Aprovecha los momentos en los que estáis todos juntos para conversar. La hora de la comida o la cena, o las actividades y salidas en familia, son perfectos para conversar e interesarte por su día, sus amigos o sus intereses.

7.Hazles partícipes de las decisiones que se toman en casa. De este modo les harás ver que tienes en cuenta su opinión. Puedes consultarles en cuestiones tan sencillas como de qué color pintar una pared, dónde ir de vacaciones o qué menú elegir para el fin de semana.

 8.Identifica aquellos temas que les interesan, como sus aficiones, los amigos, la música que escuchan, las series que prefieren, el futuro etc.
-     En este artículo de Guía juvenil proponen unos cuantos.

9.No tengas tabús.  Habla abiertamente con tus hijos de temas que pueden ser embarazosos como el sexo, las drogas, la violencia… De esta manera podrás trasmitirles los valores adecuados y asegurarte de que están bien informados.
-     En la web de FAROS puedes encontrar una Guía para hablar con los hijos sobre temas delicados.
- También recomendamos 
este artículo de la revista Consumer que te ilustra acerca de cómo hablar sobre sexualidad con nuestros hijos e hijas.
- O 
este otro, con un interesante vídeo incluido.

10.Pregúntales su opinión sobre temas de actualidad. Puedes generar debate a partir de películas seleccionadas, noticias de actualidad o videos de YouTube u otros canales. Además de ser una actividad educativa, que les ayudará a estructurar su pensamiento y argumentar sus ideas, te servirá para conocer sus opiniones. En esta web encontrarás recomendadas un montón de películas para trabajar distintos temas

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martes, 11 de noviembre de 2014

¿CÓMO INFLUIMOS EN NUESTROS HIJOS?


Las relaciones que establecen los miembros de una familia entre sí son determinantes en la formación de la personalidad de sus hijos. Un ambiente familiar que ofrece a sus niños un clima constructivo propicia una vida más saludable y feliz. Por el contrario, aquellos pequeños cuyas relaciones familiares son conflictivas y poco amorosas obtienen un modelo de conducta negativo y con mayores carencias afectivas. 

Cómo influir positivamente en los hijos
  • En primer lugar, los niños necesitan sentir que son verdaderamente amados por sus padres. Para ello, es importante demostrárselo a través de palabras de aprobación, ofrecerles seguridad y apoyo en todo momento, explicándoles que el verdadero deseo de sus padres es que sean personas felices. Cada gesto, actitud o detalle diario influye directamente en ellos y continúan moldeando su personalidad.
  • En segundo lugar, es importante ejercer una correcta autoridad. Cuando los niños son pequeños, es conveniente emplear una función educativa persuasiva. A medida que van creciendo, se puede optar por ejercer una educación más participativa: esto permitirá que los niños puedan entender las decisiones y las razones de sus padres, y puedan opinar al respecto.
  • En tercer lugar, es necesario contar con el tiempo suficiente para compartir con ellos y con la pareja. Disfrutar del tiempo libre en familia, donde sea posible conversar sobre las acciones, los gustos o las preocupaciones de cada uno de sus integrantes, ayudará a fortalecer los lazos entre sí. La calidad del tiempo es más importante que la cantidad de horas que se puedan compartir con los niños. El tiempo de convivencia tiene que ser productivo, haciéndoles sentir que son muy importantes para sus padres y que siempre están dispuestos a prestar atención a sus inquietudes.
  • En cuarto lugar, es importante observar la calidad del trato que se les ofrece. Es necesario que el contenido del diálogo sea constructivo acompañado de expresiones de amabilidad. Muchas veces, los niños reciben más críticas que halagos y terminan aprendiendo a observar lo negativo de cada situación. Para reforzar la autoestima de los hijos es necesario conversar sobre los valores positivos de cada integrante de la familia y sus buenas acciones.
Los niños siempre están atentos a las palabras que emplean sus mayores y tienden a copiar actitudes y conductas. Un niño que usa palabras crueles para referirse a un compañero es probable que haya escuchado a un adulto opinar de una manera similar. Observar las propias reacciones y opiniones diarias es una buena forma de mejorar la influencia hacia ellos, corregir los errores y potenciar aquellas opiniones cargadas de amor y bondad.


Equipo Superpadres.com

miércoles, 5 de noviembre de 2014

CLAVES PARA FOMENTAR EL PLACER DE LA LECTURA EN LOS NIÑOS


Es un regalo. El transmitir a los más pequeños el valor de la lectura, es un tributo a su vida y a la cultura universal. Un desafío a la imaginación, un mundo de posibilidades donde poder desarrollar sus áreas afectivas e intelectuales. Y aún más, iniciarse en la lectura desde la infancia, conseguirá que los niños aumenten sus aptitudes lingüísticas e intelectuales.

Pueden reír, soñar, jugar con la realidad, incentivar su curiosidad y además, compartir más cosas con las personas que le rodean. Un libro es una llave a otro mundo mediante la cual, descubrir nuevos países, personalidades, viajar a través del tiempo y el espacio y, desde luego, querer más. Porque tal vez, terminar con Lewis Caroll les invita a descubrir a Julio Verne. Tras Verne llegará posiblemente Robert Louis Stevenson, y quién sabe si a continuación descubran el universo de Conan Doyle. Los clásicos siempre son un buen pilar con el cual empezar.

Pero no siempre es fácil, lo sabemos. Los niños de ahora se rigen por la comodidad y la rapidez.
Las nuevas tecnologías les dan acceso a un mundo más amplio y visual con el que todo, absolutamente todo, parece más fácil. Se esfuerzan menos. No hay rincón para la imaginación porque todo queda ya demasiado explícito. ¿Dónde queda ahora el misterio, dónde la sutileza y el descubrimiento? Los mandos de la Xbox o esa consola les guía ya por un increíble mundo creado por las grandes industrias de los videojuegos que, poco a poco, se llevan por delante el universo de los libros.

Como padres, madres, abuelos, abuelas y educadores, no debemos permitirlo. Hay que repartir el tiempo dando espacio a las lecturas. Pero ¿cómo conseguir que se interesen por ellas?
ESTRATEGIAS PARA INFUNDIR LA PASIÓN POR LOS LIBROS

1.Sé un ejemplo

No podemos convencer a nadie de algo si primero, no ofrecemos ejemplo. De nada vale obligar a un niño a leer si nos ve a nosotros frente al portátil o la televisión. Imponer jamás resulta adecuado. Si desde muy pequeños nos ven acompañados por un libro es más probable que se sientan interesados, que te pregunten… que te imiten.

2. Exposición temprana

Aunque no lo creas, los niños entienden mucho más de lo que crees. Antes de empezar a hablar entienden ya infinidad de palabras. Antes de empezar a leer, pueden adquirir muchos otros conocimientos: el lenguaje poético, los juegos de palabras y las rimas, el escuchar historias orales…. En esencia, necesitan ser estimulados. Sentarnos con ellos junto a un libro de cuentos y empezar a leerles será ya un claro incentivo para ellos. Escuchar tu voz, tu entonación, la trama de la historia… son pequeños escalones hasta que
su cerebro esté lo bastante maduro como para asentar el proceso lecto-escritor. 

Todo esto se sucede antes de los tres años, momento en que les interesa más la sonoridad que el contenido, pero es muy útil para que vayan interiorizando todo ese lenguaje. El leerles incluso antes de que empiecen a caminar, es increíblemente beneficioso.


3. Organización

Hay que establecer un horario. Los niños necesitan pautas y reglas. Saber cuándo deben hacer determinadas cosas: deberes, meriendas, cenas, momento de ducha, lectura antes de ir a dormir, los videojuegos solo para el fin de semana…. Solo es un ejemplo, pero con ello queremos decirte que las pautas son esenciales para que vayan aprendiendo a gestionar su tiempo, y también a sentirse seguros sabiendo qué esperamos de ellos en cada momento. Y recuerda, la constancia es esencial. Cuando estén relajados, siempre debe “caer” ese capítulo del libro de ayer.

4. Ofrécele libertad de lectura

No le impongas títulos. Atiende cuáles son sus gustos y ofrécele sugerencias. Tampoco te preocupes si se inicia por ejemplo en el mundo de los cómics, son un buen escalón y un gran universo que poder combinar con
libros de temática parecida: fantasía, aventuras, ciencia-ficción…

Actúa como guía, pero no le impongas tus gustos, y ten en cuenta también su momento evolutivo. Los niños crecen rápido y, cuando te des cuenta, tendrán nuevas necesidades. Y siempre existe un libro idóneo para cada edad, y para cada momento personal. Sugiere, enseña, comenta… Ten en cuenta también que puedes estimular su placer por leer a través de más medios. Explícale que esa película de vampiros que ha visto en el cine, y que tanto le ha gustado, está basada en un libro, por ejemplo. Qué esa película de Walt Disney, es un buen cuento que poder leer por las noches…

5. Atiende sus preguntas y todas sus palabras

Escucha lo que los más pequeños tengan que decirte siempre.     En ocasiones apenas tenemos demasiado tiempo por las tardes, cuando ellos vuelven del colegio. Pero ten en cuenta algo, si no respondes sus preguntas, sus ideas o comentarios ahora que son pequeños, llegará un día en que dejen de buscar tu atención o de consultar contigo. Así que no lo dudes, obtén siempre tiempo para ellos.

Para comentar ese capítulo del libro, para escuchar sus ideas, para sugerirle más cosas y afilar así su imaginación.
RECUERDA : “Eres su mayor estímulo”

miércoles, 29 de octubre de 2014

Seis sencillos consejos para fomentar el sentido de la responsabilidad en tus hijos

La responsabilidad es una de las claves para que tus hijos afronten bien el día a día del curso y las obligaciones escolares, pero la educación en este ámbito debe comenzar y potenciarse en casa. Fomentar la responsabilidad es una tarea a largo plazo que se construye con pequeños pasos, hasta conseguir que tus hijos aprendan valores esenciales no solo para su formación sino también para su vida diaria, como el compromiso, el esfuerzo, la paciencia o la capacidad de superación. Te damos algunos consejos para lograrlo.
6 CONSEJOS PARA QUE TU HIJO SEA MÁS RESPONSABLE
Para fomentar la responsabilidad hay que trabajar diversas habilidades como la perseverancia, la asunción de tareas, el pensamiento crítico, la capacidad para tomar decisiones, la motivación o la organización del propio tiempo. Para ello:
1.     1. Dale cierta independencia en el día a día. La responsabilidad está muy relacionada con la autonomía y con la capacidad de desenvolverse por uno mismo. Por ejemplo, dar una pequeña asignación de fin de semana y dejar que el propio niño la administre es una buena manera de que comprenda cuánto valen las cosas o descubra las ventajas de ahorrar.
2.     2. Deja que decida. Hay muchos ámbitos en los que puedes ir animando a tus hijos a que elijan, aunque sea con tu ayuda y supervisión: la ropa que llevan, los libros que leen, los juegos que más les gustan o las actividades extraescolares que prefieren practicar. Y, siempre que sea posible, deja que asuma las consecuencias de sus decisiones, sean acertadas o erróneas.
3.     3. Asígnale tareas en casa. Ocuparse de recoger sus juguetes y ordenar su cuarto, preparar los libros para el colegio cada mañana, hacer la cama o lavarse las manos antes de comer y los dientes después pueden ser actividades de las que tenga que responsabilizarse por sí mismo, sin necesidad de que debas recordárselo. De este modo aprenderá además a organizar su tiempo para cumplir con sus obligaciones y disfrutar del resto de la jornada. Aquí puedes ver las tareas adecuadas para cada edad y algunos consejos para conseguir que las realicen o colaboren en ellas.
4.     4. Sé un ejemplo. Es importante que tu hijo aprenda lo que implica la responsabilidad de forma práctica, por observación e imitación. Por eso resulta fundamental que como padre des ejemplo y asumas tus propias responsabilidades y le expliques a tu hijo por qué lo haces así.
5.     5. Ayúdale a pensar por sí mismo. En vez de decirle directamente qué tiene que hacer, fomenta su pensamiento lógico y su capacidad de solucionar problemas o situaciones difíciles mediante el razonamiento. Para enseñar a tu hijo a ser responsable debes hacerle ver las ventajas de la responsabilidad y animarle a que comprenda que de ese modo conseguirá el resultado que se propone. En último término, se trata de que el niño actúe de forma correcta y sea responsable porque quiere serlo, no porque se le ordene.
6.     6. Reconoce sus logros. Mantente firme si no cumple sus obligaciones y ayúdale cuando se equivoque o flaquee, pero no olvides apreciar sus méritos. De este modo le harás ver lo que ha conseguido gracias a su compromiso y su actitud responsable.
VENTAJAS DE LA RESPONSABILIDAD
La responsabilidad afecta de manera muy positiva a la construcción de la propia identidad, la autoestima, la autonomía y la independencia. El niño se siente útil porque aporta su esfuerzo y sus habilidades en el ámbito familiar, y lo mismo sucede en el centro escolar. Además, la responsabilidad es clave para conseguir que tu hijo se convierta en un buen estudiante, ya que le ayudará a que se esfuerce y trabaje por la mera satisfacción personal, para aprender y porque sabe que es su deber, no porque le obligues a ello.
Más información
• Artículos 10 consejos infalibles para que tu hijo cumpla con sus responsabilidades, Las primeras responsabilidades del niño o ¿Cómo hacer que tu hijo asuma responsabilidades en casa? en el blog Superpadres.com
Equipo Superpadres.com  para aulaPlaneta


jueves, 23 de octubre de 2014

EL "EFECTO PIGMALIÓN" SOBRE LOS HIJOS

Familia  
CARLOTA FOMINAYA  carlotafominaya / madrid
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“” “Las etiquetas que ponemos a los niños pueden generar comportamientos no deseados

«Es muy tímido», «es muy malo y desobediente», «no se entera de nada», «es pasivo»... Lo que pensamos, lo que decimos... A veces no somos plenamente conscientes pero juzgamos y etiquetamos a los niños prematuramente, condicionando su comportamiento y produciéndoles unas heridas que, metafóricamente, pueden llegar a estar sangrando durante muchos años si no se reconocen y cicatrizan correctamente. Es el llamado «efecto pigmalión» de los padres sobre los hijos, o de los profesores sobre los alumnos. «Demasiadas veces se pronuncian expectactivas o prejuicios durante el proceso comunicativo con los más pequeños sin tener en cuenta que en el futuro pueden originar sentimientos, comportamientos o rendimientos no esperados y/o deseados», apunta Alba García Barrera, profesora de Psicología de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima). «En toda relación entablada con niños y adolescentes debe prestarse especial atención a la forma en que expresamos y transmitimos nuestras ideas, especialmente aquellas que afectan a su propia forma de ser, actuar o pensar sobre una determinada cuestión. En estas etapas los jóvenes se encuentran en pleno desarrollo físico, psicológico y afectivo, por lo que son altamente vulnerables a la influencia que puede llegar a ejercerse sobre ellos por medio de la comunicación. Es bastante fácil que, con nuestras palabras, afectemos al autoconcepto y la autoconfianza del niño», explica García Barrera.
Es muy fácil afectar de forma inconsciente ae los niños con nuestras palabras
¿Por qué sucede esto? «Porque solemos olvidar que una persona desarrolla su autoconcepto en función de las expectativas que depositan sobre nosotros las personas de referencia en nuestro entorno», prosigue esta especialista. «Es decir, un niño va formando el concepto que tiene de sí mismo en base a las valoraciones que recibe de sus padres, de sus abuelos, de sus tios, de sus maestros... Y si bien de pequeñito no le consideran capaz de hacer determinada cosa, muy probablemente acabe siendo incapaz de hacerla. Y no porque no tenga capacidad o habilidades suficientes, sino porque su entorno más próximo le está transmitiendo este mensaje, que difícilmente le invitará siquiera a intentarlo, a probar suerte... Se sentirá menos capaz que ellos y pensará que no puede hacerlo, que no tiene capacidad suficiente... y por tanto, será peor. Esto es lo que se conoce como "efecto Pigmalión" y ya fue demostrado en un estudio por Rosenthal y Jacobson», advierte.
«Trato diferencial» entre hermanos
Por otra parte las expectativas, prosigue esta docente, pueden depositarse en base al llamado «efecto halo». «Pongamos un ejemplo. En el entorno familiar sucede a menudo a través de las comparativas directas e indirectas con los hermanos, ya sean mayores o pequeños. Es común escuchar a un padre o a una madre decir a su hijo, cuando se está portando mal, "a ver si aprendes de tu hermano". Incluso muchas veces se tiende a regañar siempre al niño que se suele portar mal, solo por el hecho de que suele hacerlo con frecuencia, cuando en un momento dado ha podido ser al revés. Ningún niño se porta siempre bien, ni ningún niño se porta siempre mal. Y como padres debemos intentar ser justos y congruentes con ello», añade García Barrera.
Al niño que se suele comportar mejor se le regaña menos, y al contrario
Porque además, continua esta especialista, muchas veces se tiende a idealizar el comportamiento del hijo que suele comportarse mejor, y se le regaña menos, se le castiga menos y, en definitiva, se suele tener más paciencia con él que con el que suele portarse peor. «A esto se le llama "trato diferencial", y afecta directamente al autoconcepto, la autoestima y el rendimiento del niño. De hecho, influye en sus respuestas comportamentales, ya que cuando el niño es consciente de que sus padres esperan que tenga un mal comportamiento, tiende aún más fácilmente a tenerlo», asegura esta profesora de Psicología.
Ámbito escolar
Y en el ámbito escolar sucede exactamente lo mismo, afirma esta especialista. «El docente suele tender a poner notas más bajas a aquellos estudiantes que suelen rozar el aprobado, y notas más altas a quienes suelen sacar sobresalientes, aunque por determinadas circunstancias no sea así... Y esto influye en el autoconcepto del alumno y lo que se siente capaz de hacer». En este sentido, propone García Barrera, «hay que prestar atención a los comentarios que realizamos en casa sobre las notas que obtienen nuestros hijos, sin encasillarles, ni esperar determinados resultados. Pero ojo, esto no quiere decir que no haya que exigirles, sino que hay que procurar escucharles, entenderles y animarles a sacar todo el potencial que llevan dentro».
Debemos motivar y elogiar a nuestros hijos
En definitiva, debemos tener en cuenta que la capacidad autopercibida tanto del niño como del adolescente se modela en gran medida en función del «feedback» (respuesta) que le proporcionemos. «Lo que digamos acerca de sus capacidades y habilidades va a influir directamente sobre lo que se considere capaz de hacer. Por eso debemos motivarle y elogiar sus capacidades. Si el niño se siente capaz de hacer algo, y además siente interés por conseguirlo, actuará de forma motivada y será probable que alcance sus metas», concluye esta profesora.
Para potenciar la autoestima
—Aceptar y respetar al niño.
—Reconocer sus posibilidades y limitaciones.
—Crear un ambiente agradable y de confianza.
—Potenciar la comunicación. ¿Cómo? Mediante la pregunta y la escucha. Nos conviene preguntar para mantener un clima de seguridad y confianza imprescindible llegada la adolescencia. Y escuchar de forma activa, claro: Debemos mostrarle que realmente le estamos escuchando y que nos interesa lo que nos tiene que contar.
—Prestar atención al lenguaje verbal y no verbal.
—Favorecer la iniciativa del niño, estimular la exploración y el descubrimiento.
—Definir con claridad los objetivos y comprometer a los jóvenes su logro.
—Involucrar a los niños en el establecimiento de las normas y animarles a respetarlas.
—Tener expectativas realistas y positivas sobre las posibilidades de los niños.
—Cultivar la empatía, lo que equivale a ponerse en el lugar del niño, aceptarle y comprenderle.
Hacer juicios positivos sobre los niños y evitar los negativos. Debemos tener en cuenta que el elogio, siempre que se produzca a continuación de un determinado comportamiento o conducta, sirve para reforzarla. Cuando realicemos una crítica, por contra, debemos destacar su capacidad y transmitirles que podrán mejorar si realizan un mayor esfuerzo o utilizan una estrategia distinta.