La falta de atención o la
distracción se encuentran entre los principales motivos por los que los
estudiantes se pierden durante el desarrollo de las clases, olvidan qué tareas
deben hacer al llegar a casa o no logran solucionar ese problema de matemáticas
que se les resiste. La atención y la capacidad de
concentración influyen de forma determinante en la comprensión y asimilación de
los contenidos y también en los resultados académicos, por lo
que es fundamental que aprendas a desarrollarlas en tus hijos. Te damos algunas
claves para conseguirlo.
¿A QUÉ SE DEBE LA TENDENCIA A
DISTRACCIÓN?
El aburrimiento, un entorno
inadecuado o la simple inmadurez pueden ser factores que generen distracción en
el niño. Es importante observar cada situación y cada individuo para determinar
qué está causando la falta de atención. Conviene, por ejemplo, indagar si el
niño tiene algún problema emocional o social que le impida estar tranquilo en
casa o en el aula. También es bueno buscar estrategias
que le motiven y le ayuden a centrar su atención.
En casos en los que la incapacidad para
concentrarse o la falta de motivación sean persistentes y llamativas se
recomienda acudir a un profesional para descartar la existencia de un Trastorno
por Déficit de Atención (TDA, o TDA-H cuando va asociado a hiperactividad).
CINCO ESTRATEGIAS PARA MEJORAR LA
ATENCIÓN DE TU HIJO
Los propios padres pueden influir
significativamente en la capacidad de atención de sus hijos. Si fomentas
ciertas conductas en casa mejorarás su concentración en todos los ámbitos,
incluido el escolar.
1.Descubre dónde está el problema. La falta de atención no siempre
afecta a todos los ámbitos del niño, sino que en ocasiones se centra en uno de
ellos: una asignatura o un tema en concreto, una actividad que no le gusta,
ciertas actitudes… Empieza por observarle y, si es necesario, preguntarle el
motivo de su falta de interés. Así podrás actuar de manera más ajustada.
2. Sé preciso. En ocasiones los niños no nos
atienden porque les ofrecemos demasiada información o no somos suficientemente
claros. Es importante que escojas las palabras adecuadas, des siempre a tu hijo
datos sencillos y comprensibles y le pidas que pregunte aquello que no entienda
o le animes a que te solicite más información. Fomenta también un entorno de
trabajo sin distracciones, por ejemplo en el momento de hacer los deberes o
estudiar.
3. Apuesta por la organización y la
rutina. Establecer unos horarios y normas ayuda al niño a tener claro lo que debe
hacer en cada momento. Puedes comenzar imponiéndolas tú, pero tendrás que ir
enseñándole a que sea tu propio hijo quien las establezca para sí mismo: cuándo
tiene que hacer los deberes, cuándo es tiempo de juego, cuándo hay que
estudiar, leer, juntarse en la mesa para cenar en familia e irse a dormir… Una
vida ordenada y saludable ayuda a que nos centremos.
4. Promueve la actividad. Es importante que animes a tu hijo
a afrontar las tareas de manera activa. Es mucho más sencillo que se concentre
en estudiar si hace resúmenes o esquemas que si se limita a leer la teoría.
Incluso en el ocio y el tiempo libre es mejor que opte por llevar a cabo una
actividad que le requiera cierta atención (ya sea hacer un rompecabezas, jugar
a un juego de mesa o participar en un deporte de equipo) en vez de elegir
entretenimientos pasivos como ver la televisión, que exige un esfuerzo mínimo.
5. Comprende sus límites. No le fuerces demasiado, porque
niños y adultos tenemos una capacidad limitada de atender y concentrarnos. Descansar
también es positivo, sólo tienes que enseñarle a distinguir entre hacer una
pausa y procrastinar, ese nuevo verbo tan de moda que afecta también a los
mayores y que nos mueve a aplazar las obligaciones. Hazle comprender que si se
centra en cada tarea a su debido momento, tendrá tiempo para todo.
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