miércoles, 17 de diciembre de 2014

Consejos y recursos para conseguir que tus hijos mejoren su capacidad de atención


La falta de atención o la distracción se encuentran entre los principales motivos por los que los estudiantes se pierden durante el desarrollo de las clases, olvidan qué tareas deben hacer al llegar a casa o no logran solucionar ese problema de matemáticas que se les resiste. La atención y la capacidad de concentración influyen de forma determinante en la comprensión y asimilación de los contenidos y también en los resultados académicos, por lo que es fundamental que aprendas a desarrollarlas en tus hijos. Te damos algunas claves para conseguirlo.

¿A QUÉ SE DEBE LA TENDENCIA A DISTRACCIÓN?
El aburrimiento, un entorno inadecuado o la simple inmadurez pueden ser factores que generen distracción en el niño. Es importante observar cada situación y cada individuo para determinar qué está causando la falta de atención. Conviene, por ejemplo, indagar si el niño tiene algún problema emocional o social que le impida estar tranquilo en casa o en el aula. También es bueno buscar estrategias que le motiven y le ayuden a centrar su atención.
En casos en los que la incapacidad para concentrarse o la falta de motivación sean persistentes y llamativas se recomienda acudir a un profesional para descartar la existencia de un Trastorno por Déficit de Atención (TDA, o TDA-H cuando va asociado a hiperactividad).

CINCO ESTRATEGIAS PARA MEJORAR LA ATENCIÓN DE TU HIJO
Los propios padres pueden influir significativamente en la capacidad de atención de sus hijos. Si fomentas ciertas conductas en casa mejorarás su concentración en todos los ámbitos, incluido el escolar.

1.Descubre dónde está el problema. La falta de atención no siempre afecta a todos los ámbitos del niño, sino que en ocasiones se centra en uno de ellos: una asignatura o un tema en concreto, una actividad que no le gusta, ciertas actitudes… Empieza por observarle y, si es necesario, preguntarle el motivo de su falta de interés. Así podrás actuar de manera más ajustada.

2. Sé preciso. En ocasiones los niños no nos atienden porque les ofrecemos demasiada información o no somos suficientemente claros. Es importante que escojas las palabras adecuadas, des siempre a tu hijo datos sencillos y comprensibles y le pidas que pregunte aquello que no entienda o le animes a que te solicite más información. Fomenta también un entorno de trabajo sin distracciones, por ejemplo en el momento de hacer los deberes o estudiar.

3. Apuesta por la organización y la rutina. Establecer unos horarios y normas ayuda al niño a tener claro lo que debe hacer en cada momento. Puedes comenzar imponiéndolas tú, pero tendrás que ir enseñándole a que sea tu propio hijo quien las establezca para sí mismo: cuándo tiene que hacer los deberes, cuándo es tiempo de juego, cuándo hay que estudiar, leer, juntarse en la mesa para cenar en familia e irse a dormir… Una vida ordenada y saludable ayuda a que nos centremos.

4. Promueve la actividad. Es importante que animes a tu hijo a afrontar las tareas de manera activa. Es mucho más sencillo que se concentre en estudiar si hace resúmenes o esquemas que si se limita a leer la teoría. Incluso en el ocio y el tiempo libre es mejor que opte por llevar a cabo una actividad que le requiera cierta atención (ya sea hacer un rompecabezas, jugar a un juego de mesa o participar en un deporte de equipo) en vez de elegir entretenimientos pasivos como ver la televisión, que exige un esfuerzo mínimo.

5. Comprende sus límites. No le fuerces demasiado, porque niños y adultos tenemos una capacidad limitada de atender y concentrarnos. Descansar también es positivo, sólo tienes que enseñarle a distinguir entre hacer una pausa y procrastinar, ese nuevo verbo tan de moda que afecta también a los mayores y que nos mueve a aplazar las obligaciones. Hazle comprender que si se centra en cada tarea a su debido momento, tendrá tiempo para todo. 


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