El niño debe saber que sus padres y sus maestros esperan de él su máximo
rendimiento. Los estudios son su trabajo principal y por ello se le reclama y
exige el interés que le permita llevarlo a cabo. En muchas ocasiones, los
padres esperan de sus hijos que realicen todas aquellas aspiraciones que ellos
no han logrado, pero éstas resultan exigencias inviables que sólo pueden
desembocar en conflictos familiares. A la vez que sabe lo que se espera de él,
resulta beneficioso que el niño vea interés y participación por parte de sus
padres en sus tareas escolares. La ayuda de los padres y el compartir
un tiempo dedicado a sus tareas establece un lazo de unión y comunicación entre
ellos que estimula al niño a seguir avanzando y estudiando.
Comprensión y apoyo, ingredientes de los padres
La tarea de educar es laboriosa y difícil de llevar a cabo. Profesionales
de la educación, psicólogos y padres de familia se plantean una y otra vez si
realizan correcta y equitativamente esta función, cargada plenamente de
responsabilidad. Nadie tiene una metodología exacta de cómo debe realizarse;
pero lo que sí está claro es que, dependiendo de las respuestas y
actitudes cotidianas que adopten los adultos que rodean al niño, éste
desarrollará una determinada forma de actuación y creará su propio código de
comportamiento. Por eso, hay que mostrarse siempre comunicativo y abierto a
dialogar con el niño, mantener actuaciones coherentes y racionales, y ser
comprensivo y razonable ante las demandas y exigencias que se proponen a los
hijos.
Cuidado con los premios y castigos
En muchas familias se tiene la mala costumbre de utilizar los castigos y
los premios como incentivo para mejorar los estudios de sus hijos. La mayoría
de las veces esto no mejora la situación y los niños que se superan simplemente
para conseguir un premio y no un buen rendimiento se convierten en vagos,
interesados y egoístas, obteniendo buenos resultados sólo si su esfuerzo tiene
una recompensa. De este modo, el niño olvida que los estudios son su única
responsabilidad y que tiene obligaciones respecto a ellos. Lo
importante es que el niño entienda que sus padres y su maestro conocen sus
esfuerzos y que no sólo se tiene en cuenta la evaluación final, sino que se
valora todo el trabajo y el esfuerzo realizados a lo largo del curso escolar.
Se debe explicar al niño que realizar las tareas escolares en casa no supone un
castigo, sino una responsabilidad ineludible ante un trabajo que sólo puede
realizar él y del cual él es el responsable. Acostumbrar al niño a premios y a
castigos no es la solución más adecuada para estimular su rendimiento escolar.
Equipo Superpadres.com
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