lunes, 25 de febrero de 2013

DISCIPLINA EFICAZ A LA HORA DE APLICAR LIMITES A NUESTROS HIJOS

UNA DISCIPLINA EFICAZ A LA HORA DE APLICAR LÍMITES A NUESTROS HIJOS.
Todos los padres y madres somos conscientes de que puede que a veces,  no nos encontremos preparados para establecer los límites que necesitan nuestros hijos para crecer. Nos falta autoridad para hacerlo. Hablamos demasiado, exageramos en la emoción, y en muchos casos, nos equivocamos en nuestra forma de expresar con claridad y con demasiada autoridad.   Cuando necesitamos decir a nuestros hijos que deben hacer algo y “ahora”, ( recoger los juguetes, irse a la cama...) , debemos tener en cuenta algunos consejos básicos:

1.        Debemos tener objetividad.  Es frecuente oír de nosotros mismos y de otros padres expresiones como “Pórtate bien”. “Sé bueno”. Nuestros hijos nos entenderán mejor si hacemos las normas de una manera más concreta. Un límite bien especificado dice al niño lo que tiene que hacer en cada momento.  “Dame la mano para cruzar la calle “.
2.        Ofrece opciones. En muchos casos podemos dar a nuestros hijos una oportunidad limitada de decidir cómo cumplir sus órdenes. La libertad hace que un niño sienta una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. “Es la hora del baño, ¿quieres tomar una ducha, o prefieres en la bañera?.  Esta es una forma hábil y rápida de decir lo que tiene que hacer.
3.        Sed firmes. En cuestiones realmente importantes quizá hay que aplicar este consejo; cuando existe resistencia a la obediencia, necesitamos aplicar el límite con fuerza. Estos límites dicen al niño que debe parar con dicho comportamiento y obedecer inmediatamente a los padres. Son mejor aplicados con voz segura, sin gritos, y una seria mirada a la cara. La firmeza está entre lo ligero y lo autoritario.
4.        Acentúa lo positivo. Directivas como “no”, “para” dicen a un niño que es inaceptable pero no explica qué comportamiento le gustaría en cambio.    En general, es mejor decir a un niño lo que debe hacer, “habla bajo” , antes de lo que no debe hacer, “no grites”.
5.        Mantenéos al margen. Cuando decimos “quiero que te vayas a la cama ahora mismo”, estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Ejemplo: “Son las 8, hora de acostarse” y le enseña el reloj. En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño y el reloj.
6.        Explica el porqué. Cuando una persona entiende el motivo de una regla, como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá más animado a obedecerla.
7.        Sugiere una alternativa. Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intenta indicar una alternativa aceptable. Por hacerlo sonará menos negativo y tu hijo se sentirá menos en desventaja. Al ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos sean aceptados.
8.        Séd consistentes. Una rutina flexible invita a una resistencia y  suele ser imposible de cumplir.  Rutinas y reglas en familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estemos cansados e indispuestos.
9.        Desaprueba la conducta, no al niño. Es necesario que dejemos muy claro al niño que desaprobamos la conducta, no a él. No le estamos rechazando.
10.     Controla las emociones. Los investigadores señalan que cuando los padres están más enojados castigan más severamente y son más propensos a ser verbal y físicamente abusivos con sus niños. Hay épocas en que realmente estamos más cansados y necesitamos contar hasta diez antes de reaccionar.  La disciplina es básicamente enseñar al niño cómo debe comportarse. No se puede educar con eficacia si tú eres extremadamente emocional.   Después de un mal comportamiento, lo mejor es tener un minuto de calma y después un poco más tranquilo preguntar: ¿Qué sucedió aquí?.
Para terminar , resaltaremos la idea de que “cuanto más expertos somos en aplicar límites, mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor  será la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites”.
  Angeles  González López . Prof. de Pedagogía Terapéutica.

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